martes, 18 de junio de 2013

Aquí tenemos....¡un texto literario!

¡Mi clase preferida!








Ese año en el colegio del barrio había nuevo profesor de matemáticas, y también unos cuantos niños nuevos. Uno de estos niños nuevos tenía una particularidad para aprender que nadie había notado. 

Daba igual lo rápido o despacio que le explicaran las cosas de números, siempre terminaba diciendo alguna incoherencia tales como: que si “dos” y “dos” son “cinco”, que si “siete” por “tres” eran “veintisiete”, que si un triángulo tenía “treinta” ángulos, entre otros.





Así que lo que antes era una de las clases más odiadas y aburridas, se terminó convirtiendo en una de las más divertidas. Animados por el nuevo profesor, los estudiantes descubrían las tonterías que decía el niño nuevo, y con un ejemplo y sin números, tenían que corregirlo. Todos competían por ser los primeros en encontrar los fallos y pensar la forma más divertida y fácil de explicarlos,  para esto utilizaban cualquier cosa, como golosinas, plastilina, naranjas o animales.

Al niño con discapacidades parecía no molestarle las burlas de sus compañeros, pero el pequeño Carlitos estaba seguro de que Jacob (el niño con discapacidad)  cargaba una enorme tristeza por dentro, así que un día decidió seguir a Jacob a su casa después del colegio y ver cuándo se ponía a llorar.

A la salida del colegio, el niño caminó durante unos minutos, y al llegar a un parque, se quedó esperando un rato hasta que apareció el profesor nuevo, se acercó, le dio un beso en la frente, y se fueron caminando. En la distancia, Carlitos podía oír que hablaban de matemáticas y Jacob se lo sabía todo, y mucho mejor que ninguno en la clase.



Carlitos se sintió tan engañado que corrió muy rápido hasta alcanzarlos, y se paró delante de ellos muy enfadado. Jacob se puso muy nervioso, pero el maestro, comprendiendo lo que pasaba, explicó a Carlitos que lo de Jacob sólo era un truco para que todos los niños aprendieran más y mejor las matemáticas, que lo hicieran de forma divertida. Su hijo estaba encantado de hacer de niño con problemas de aprendizaje, porque para hacerlo bien se lo tenía que aprender todo primero, y así las clases eran más dinámicas y divertidas.



Por supuesto, al día siguiente el profesor explicó la historia al resto de los alumnos, pero éstos estaban tan encantados con su clase de matemáticas, que lo único que cambió a partir de entonces fue que todos empezaron a turnarse en el papel de niño con problemas de aprendizaje.

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